Hoy, 1 de febrero de 2015, se escribirán muchas líneas. Líneas del recuerdo por la llegada de un tren cargado de fuerza, ilusión y con una máxima: decidir nos hace libres.
El 31 de enero de 2014 salía desde Gijón un tren que, después de parar en Valladolid, llegaba a Madrid el 1 de febrero. Primero con parada en Chamartín, para seguir recogiendo entre sus vagones a miles de personas que se sumaban en el viaje en dirección a Atocha.
Atocha. Esa estación que hace tantos años sufrió como nunca, volvía a tener a tantas y tantas personas caminando por sus andenes, subiendo por sus escaleras, que gritaban y coreaban canciones. Como si de venas llenas de sangre cargada con oxígeno, hacían otra pequeña parada en el corazón de la estación para escuchar a la gran Solfónica cantando una canción que daba la bienvenida a las viajeras.
Atocha se convirtió aquel 1 de febrero en un gran corazón morado. Mujeres, hombres -jóvenes y mayores-, muchas, subían por las escaleras para salir a la calle y gritarle al Gobierno -y al exministro Gallardón en particular- que no íbamos a permitir retroceder de nuevo en más de 30 años en los derechos de las mujeres a decidir libremente sobre nuestra maternidad.
Una manifestación que terminó en una asamblea que también superó las expectativas. Cargada de emoción, todas y cada una de las organizaciones que tomaron la palabra hicieron retumbar en el salón de actos donde se llevaba a cabo su rechazo a lo que querían hacer desde el Gobierno, hicieron retumbar la defensa a nuestro derecho a decidir, a la lucha contra quienes nos querían imponer tutelas y minorías de edad. Hicieron retumbar sus voces con una canción las grandes cantantes de la Coral de Fuenlabrada. Y todas, todas, todas, gritando a coro que Nosotras Decidimos.
Estas líneas son un recuerdo del nerviosismo por algo que, aunque la idea de que era algo gordo estaba ahí, no se acercaba ni de lejos a lo que acabó siendo.
Se lo he repetido muchas veces a muchas personas, pero creo -y sé que no me voy a equivocar- que no olvidaré jamás la imagen que tengo grabada en la retina de todas esas personas subiendo por las escaleras mecánicas desde los andenes de la estación en dirección a la superficie. Cargadas de banderas, de carteles, de sonrisas y más sonrisas. Aquel día iba a ser un día de alegría. Y fue un día de alegría. Alegría por toda la marea de gente que se sumó a la manifestación, gente que no estaba de acuerdo con lo que habían dicho desde el Ministerio de Justicia el 20 de diciembre de 2013. Mujeres y hombres que no querían que, a las jóvenes que venían detrás de ellas y ellos, tuviesen la imposibilidad de decidir sobre su maternidad de forma libre.
Un día con el recuerdo de las manifestaciones que se habían llevado a cabo el día anterior en ciudades como Bruselas, Edimburgo; de las que se estaban produciendo en ciudades como París, Roma, Buenos Aires, México… Las que se habían producido o estaban produciendo frente a las Embajadas españolas en otros países.
El recuerdo de aquellas manifestaciones pueden revisarse en la red tecleando en cualquier buscador la frase El Tren de la Libertad. Se pueden ver en la web de la Plataforma Decidir Nos Hace Libres. Se puede ver en la web misma de El Tren de la Libertad, pero donde se puede ver cómo surgió y cómo terminó aquella jornada -cuya lucha no cesa- es en la película documental Yo decido. El Tren de la Libertad.
Los pelos se me erizan sólo mientras recuerdo aquel día mientras escribo estas líneas. Se me erizarán mañana cuando lea las líneas que escribirán grandes mujeres. Se me erizaban esta mañana mientras leía a Begoña Piñeiro y cómo recordaba cómo una comida entre amigas se convirtió en una Marea Malva.
El 1 de febrero de 2014 sí que será uno de esos días en los que los libros de Historia tendrán que reflejar. Porque fue un día en el que la mayoría de la sociedad española le dijo a un Gobierno nada igualitario que NO tenía -ni sigue teniendo- derecho a decidir por nosotras sobre si ser o no ser madres ni sobre cuándo serlo. El resultado lo pudimos ver el pasado otoño cuando Gallardón dimitió de su cargo como Ministro de (in)Justicia. Y aunque fue un día de alegría, no podemos bajar la guardia.
Pero para no acabar con la sonrisa torcida, quiero terminar quedándome con la alegría, la fuerza y la unidad que hubo hace 1 año. Porque el recuerdo de aquel día sigue aún vivo, sigue latente.
Porque no podrán decidir por nosotras, porque no podrán convertirnos en menores. Porque no podrán con nosotras.
Esta noche, después de escribir estas líneas, soñaré con ese Tren que llega a la estación, cantando el #Chacachá, gritando que #NosotrasDecidimos.
Soñaré con un Tren llamado #ElTrenDeLaLibertad
Gracias, Begoña. A ti y a todas las mujeres que aquella tarde en una comida ente amigas decidisteis dirigir la locomotora de un Tren en el que nos montamos tantas y tantas personas.
A todas las que organizaron la llegada de aquel Tren. A todas las que se sumaron y subieron al Tren. A todas las que seguís montadas en este Tren llamado #Libertad.
Fotos de @ngalanorrils @_MercedesHdez_ @ConsuG64